Redireccionando...

viernes, 29 de agosto de 2014

Y las nominadas son...

12. Han sido 12 los mails que he recibido pidiéndome un análisis de los estilismos de la última entrega de los EMMY. Hay que ver lo que les gusta a ustedes la maldad... Y a servidora que le pierde el petardeo, claro.

Comencemos...

En la categoría "ésta ya la he visto", el vestido rojo palabra de honor de corte sirena con cola. Les enseño dos, pero repasando fotos, les aseguro que he visto 7, eso sí, con diferente resultado todos ellos... Desde el modelo txistorra a la sidra que pueden ver a la izquierda, hasta el capote de Manolete de su derecha. El vestido, vaya, lo de la reincidencia, peor.


Entre las candidatas al premio "no había ninguna necesidad" encontramos una dura pugna de escotes nada sugerentes. En el tema pectoral, ni apretar, ni expandir, please. Eso sí, si el tema era distraer la atención de unas mechas como para torturar al peluquero responsable, o de una panza de volumen simpático... Objetivo conseguido. Eso sí, enseñar hasta el DNI y acariciarse la tripita al mismo tiempo no deja de contrariame...

 

Este año descubrimos una nueva categoría: el premio "todas queremos ser Lupita". El caso es que el tema desprende cierto tufillo a copia, y eso de chic tiene entre poco y nada. No se trata sólo de un vestido u otro, sino del conjunto y la innovación. Vestirse de amarillo limón funciona sólo una vez...


El crop top en la alfombra roja. Ya saben ustedes que esta prenda es mi debilidad, y no precisamente porque me guste, sino porque es lo más parecido a la criptonita. Es verlo y sufrir hasta casi el colapso. Reina, o vas a la playa, o vas a unos premios. Galardón "estamos a lo que estamos".


Por último, una serie de reconocimientos personales y, gracias al cielo, intransferibles. 

Blossom, con una desafortunada mezcla entre Scartlett Ohara y Marge Simpson, se alzó con el título "a Dios pongo por testigo". Si lo quiere hacer peor, no le sale. Viejuna, viejuna...



Y por último, los premios "cómo destrozar un Giambatista Valli" (dedicado a mi amiga MG) y "el único vestido horrible que diseñó Marchesa". Premios, ambos, al mérito. Conseguirlos requiere de gran sacrificio, esfuerzo y mala idea. Hay que ver...



Con un poco de suerte, mañana me animo y les enseño algo para deleitar su mirada y no para provocar desprendimiento de retina. Seguiré buscando...

miércoles, 27 de agosto de 2014

Las otras mujeres

No se lo van a creer. Hay mujeres diferentes. Mujeres que nunca salen en los blogs. No son como ustedes ni como yo. No protagonizan campañas de marcas internacionales ni están casadas con futbolistas tatuados. Son mujeres que miden menos de 1,80 y pesan más de 50 kg. Alucinante. Es una especie rara, lo sé. Pero existe. Desde las editoriales de moda les llaman gordas

El caso es que esas extravagantes mujeres también tienen gusto por la moda, leen revistas de canto gordo, asisten a bodas y hasta se casan. Lo he visto en un documental... No me digan que no es increíble... Están entre nosotras (que somos todas ángeles divinos de la talla 36) y no habíamos reparado en ellas.


El colmo es que ahora resulta que creen que tienen el derecho a vestir a su gusto, a no avergonzarse de su cuerpo, a potenciar su feminidad, a reivindicar su belleza y hasta a que haya diseñadores con ganas de vestirlas maravillosamente. Se lo pueden creer? Una talla 42 andando como si nada por la Gran Vía!!

Habrase visto semejante desfachatez... Es que no tienen suficiente con su sección de Tallas Grandes de El Corte Inglés? Ahora va a resultar que pretenden que ustedes y yo, divinidades de la naturaleza con piernas infinitas, estómago cóncavo y absolutamente tersas como somos, apoyemos esta causa suya tan absolutamente marginal.


Imagínense hasta dónde ha llegado la osadía de este clan, que hace unas semanas, una de ellas vino al  Atelier. Se casaba y quería un vestido de novia. Y sonreía. Sonreía!! Era inquietante la tranquilidad con la que hablaba de sus caderas, sus muslos, su pecho... Pero si por lo menos tenía una 44! Cómo le quedaban fuerzas para siquiera salir a la calle?

Pensé que no estaría mal hacer una buena obra. Le enseñé vestidos de alta costura, acarició tejidos de seda, dibujé varios bocetos para ella pensando que se iría rápido... Pero no fue así.


Eligió un vestido, escogió una tela, un aplique, un encaje y me pidió un último boceto. Lo miró seria, levantó el papel, se tocó la barbilla y pensé que iba a ponerse a llorar, el drama de las mujeres imperfectas, ya saben ustedes, eso de "a mí no me quedaría bien"... Pero nada más lejos. Me miró a los ojos y me habló. Es perfecto. Y sonrió. 

Sonrió de una manera que no había visto nunca. Con la tranquilidad de estar disfrutando de un momento maravilloso. Sin inseguridades, ni complejos, ni falsos estereotipos. Sin bótox, ni cirugía ni crema de caviar.


Llegó la última prueba de su vestido. Abroché su espalda. Lavantó la mirada y se miró en el espejo. Lloró. Claro, se veía mal: no era una maniquí de revista semestral de novias... Pues no. Se veía preciosa, como en sus sueños. 

Se levantó el vestido lo junto para andar dos pasos y acercarse a mí. Me abrazó. Me miró con esos ojos brillantes y me dijo "soy la novia más guapa del mundo, gracias".

Está claro que estas mujeres son diferentes. Una talla 36 nunca hubiera dicho eso, habría estado ocupada mirando que el pliegue de la trasera de la cintura no le hiciera demasiado gorda...

martes, 26 de agosto de 2014

La piscina, mejor vacía

Lo primero, les ruego me perdonen esta prolongada ausencia blogueril, más que nada, porque ni siquiera tuve a bien avisarles de que no iba a ser capaz de escribir posts con sentido desde la posición horizontal intentando movimientos de breakdance de los 80 para cazar el wifi del hotel móvil en mano. Mil disculpas.

Una es de la opinión de que, para hacerlas cosas mal, a medias o provocando vergüenza ajena, mejor pedir otro mojito...



Horas y horas de contorsionismo antimarcas en las que relajarse y pensar... Se han dado ustedes cuenta de que en las fotos de las piscinas maravillosas around the world nunca hay gente? Siempre están vacías.  Ni un alma. No se preguntan por qué? Yo lo sé. La gente afea las piscinas.

Decidí, desde mi hamaca, hacer un estudio. Allí tenía todo lo necesario para analizar los outfits piscineros clásicos y contemporáneos. Volví a darme crema. Iba a estar en aquella postura imposible un rato muy largo...


El socorrista a tiempo parcial. Cuánto daño han hecho las normativas... Bañador tipo bóxer color butano, remangado. Camiseta con leyenda SOS o similar, remangada. Trabaja de gogó por las noches y las marcas de bronceado no son algo que resulte atractivo bajo litro y medio de aceite subido en un podio...

La madre de interior. Pamela de ala XL, gafas de sol de espejo, media docena de pulseras y chancletas con cuña. Estupenda para su edad, pero con aires de supermodelo venida a menos... Completa el kit una maxi bolsa de playa y un par de churumbeles ruidosos.


El padre adicto al plástico. Tiene un cocodrilo gigante, un donut gigante, un sofá gigante y un hijo que pasa olímpicamente de él. Habitualmente, este espécimen utiliza braga náutica y se acerca más al oso que al pez.

El guiri. Rojo Valentino desteñido, con bañador de marca lleno de logotipos. Alérgico a las cremas y adicto a las siestas sin sombrilla. Reloj de pared en la muñeca y las sandalias más feas que se puedan imaginar.


Seguro que reconocen a alguno, no lo nieguen... Seguro que si lo piensan un poco, siguen prefiriendo las fotos de las piscinas vacías.